Educando para combatir la resistencia a los antibióticos
Post de: Pilar Calvo de Pablo
ÁREA: MICROBIOLOGÍA
Los avances en medicina a lo largo del s. XX han hecho posible que cien años después prácticamente hayamos reducido en dos órdenes de magnitud la mortalidad infantil y duplicado la esperanza de vida hasta los 80 años. Entre estos avances destacan, especialmente, los que han contribuido a controlar las enfermedades infecciosas, es decir, las vacunas y los antibióticos. Se puede afirmar que el descubrimiento de Alexander Fleming supuso un punto de inflexión en la historia de la Medicina, iniciando lo que se conoce como la “Era Antibiótica”. Desde la década de 1950 a la de 1980 la industria farmacéutica ha explotado exhaustivamente la biodiversidad microbiana de hábitats naturales en busca de sustancias antibióticas y, como resultado, un arsenal de fármacos antibacterianos han salvado la vida de millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, a pesar de los espectaculares avances tecnológicos de nuestros días, desde el año 2011 la Organización Mundial de la Salud (OMS) viene advirtiendo de una grave amenaza: la sombra de una “era post-antibiótica” planea sobre el futuro de la humanidad.
El peligroso resultado de este abuso de los antibióticos es, y será más en el futuro, la aparición de resistencias entre las bacterias: la OMS alerta de que en unas décadas la principal causa de muerte podría venir de las infecciones provocadas por bacterias resistentes y superbacterias para las que no haya antibióticos, en buena medida por su abuso hoy.
La Unión Europea recomienda desde hace 15 años que las farmacias no dispensen antibióticos sin receta médica. Sin embargo, el abuso que hemos hecho de los antibióticos por el más nimio motivo ha sobreexpuesto a las bacterias causantes de las enfermedades a la acción del antibiótico. La tasa de reproducción de las bacterias es altísima -se pueden generar cientos de millones en unas horas si las condiciones son adecuadas- y también sus índices de mutación.
Desde la Sociedad Española de Microbiología (Grupo Especializado en Docencia y Difusión) y con el apoyo de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y empresas privadas del sector farmacéutico y biotecnológico, hemos creado en 2017 la red SWI@Spain, con el objetivo de extender el proyecto a nivel nacional.
ÁREA: MICROBIOLOGÍA
Los avances en medicina a lo largo del s. XX han hecho posible que cien años después prácticamente hayamos reducido en dos órdenes de magnitud la mortalidad infantil y duplicado la esperanza de vida hasta los 80 años. Entre estos avances destacan, especialmente, los que han contribuido a controlar las enfermedades infecciosas, es decir, las vacunas y los antibióticos. Se puede afirmar que el descubrimiento de Alexander Fleming supuso un punto de inflexión en la historia de la Medicina, iniciando lo que se conoce como la “Era Antibiótica”. Desde la década de 1950 a la de 1980 la industria farmacéutica ha explotado exhaustivamente la biodiversidad microbiana de hábitats naturales en busca de sustancias antibióticas y, como resultado, un arsenal de fármacos antibacterianos han salvado la vida de millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, a pesar de los espectaculares avances tecnológicos de nuestros días, desde el año 2011 la Organización Mundial de la Salud (OMS) viene advirtiendo de una grave amenaza: la sombra de una “era post-antibiótica” planea sobre el futuro de la humanidad.
¿A qué nos enfrentamos?
Un artículo reciente (26 de marzo de 2018) del periódico “El País” titulaba: “España, el país avanzado que más antibióticos consume”. “En 2000 los países que más antibióticos usaban eran, por este orden, Francia, Nueva Zelanda y España. Quince años más tarde, los tres mayores consumidores per cápita son Turquía, Túnez y de nuevo España. Un estudio reciente muestra que, salvo la anomalía española, la mayoría de los países más ricos han reducido el consumo de estos fármacos en lo que va de siglo, aunque modestamente. Sin embargo, los países menos ricos han doblado su uso, lo que está agravando el problema de la aparición de resistencias bacterianas”.El peligroso resultado de este abuso de los antibióticos es, y será más en el futuro, la aparición de resistencias entre las bacterias: la OMS alerta de que en unas décadas la principal causa de muerte podría venir de las infecciones provocadas por bacterias resistentes y superbacterias para las que no haya antibióticos, en buena medida por su abuso hoy.
¿Por qué se producen “superbacterias”?
Ha quedado claro que la causa principal de la resistencia bacteriana es la sobre medicación humana o la medicación innecesaria o inadecuada: parte de la población toma los antibióticos sin saber si los síntomas que tiene corresponden a una infección y si esta es vírica o bacteriana (siendo esta última la única para la que son eficaces los antibióticos).La Unión Europea recomienda desde hace 15 años que las farmacias no dispensen antibióticos sin receta médica. Sin embargo, el abuso que hemos hecho de los antibióticos por el más nimio motivo ha sobreexpuesto a las bacterias causantes de las enfermedades a la acción del antibiótico. La tasa de reproducción de las bacterias es altísima -se pueden generar cientos de millones en unas horas si las condiciones son adecuadas- y también sus índices de mutación.
Además, en un abanico de pocas generaciones puede surgir una mutación genética que haga a una bacteria resistente a un antibiótico. En las siguientes generaciones, si la mutación perdura, la resistencia se puede perfeccionar y en pocos años puede existir ya una cepa -población de origen controlado- bacteriana tan letal como sus ancestros pero resistente la acción de cualquier antibiótico. Ante las infecciones por esta cepa se pueden recetar antibióticos más potentes, pero si se abusa de ellos de nuevo aparece otra cepa también resistente.
Otra causa es la práctica habitual de dar antibióticos a los animales. La Unión Europea prohibió en 2002 la adición de cualquier tipo de antibiótico en el pienso de los animales como medida ordinaria. El problema es que el antibiótico pasa a almacenarse en la carne animal que después consumimos y actúa como si nos medicáramos. Sin embargo, según un informe de la Agencia Europea del Medicamento, España es el país de la Unión Europea donde más antibióticos se usan en la cría de ganado.
Por otro lado, la globalización no ayuda en este problema: la gran granja de pollos de Estados Unidos es China, donde se medica a estas aves sin ningún control para prevenir enfermedades derivadas del hacinamiento en que viven y mejorar su productividad. Y lo mismo ocurre en otros países con el ganado vacuno y porcino. El resultado es que, a pesar de las prohibiciones, se siguen encontrando antibióticos en carnes consumidas en occidente.
Algunos expertos aseguran, sin embargo, que ni siquiera controlando los factores anteriores conseguiremos frenar a las superbacterias, ya que se han extendido a la naturaleza y han llegado a los animales salvajes. Esta teoría tiene su base en el hecho de que el uso de antibióticos en piensos ha sido indiscriminado y buena parte del aditivo va al suelo, desde donde se filtra con los lavados a los acuíferos, transportándolo a lagos y ríos donde beben animales y personas haciendo así más difícil el control. Además, también se sabe que en el medio urbano las depuradoras de aguas residuales solo son capaces de eliminar el 70% de los antibióticos vertidos.
Por último, está la falta de interés de la industria farmacéutica, que alega que si no se interviene en el origen del problema de poco servirá un nuevo producto al que las superbacterias se harán resistentes en poco tiempo. No están dispuestas a invertir millones de euros en un remedio que probablemente no rentabilizarán. Sobresalen dos datos: menos del 5% del capital invertido en I+D farmacéutico entre 2003 y 2013 se dirigió al descubrimiento de antimicrobianos y la mayor agencia de inversión en investigación en Biomedicina a nivel mundial, el NIH (National Institutes of Health, EEUU), dedicó solamente un 1,2% de sus subvenciones a investigaciones en este campo entre 2009 y 2014.
Si no se descubren nuevas estrategias antibióticas, la mortalidad anual por bacterias multirresistentes se elevaría a 10 millones globalmente, un cifra que supera las estimaciones para la suma de la mortalidad por el cáncer y la diabetes juntas.
En este sentido, el trabajo desde los centros educativos es esencial: los alumnos deben conocer desde pequeños el rigor en el uso de los antibióticos e interiorizar el problema de las resistencias y su difusión global.
En relación al trabajo con los centros educativos y desde el curso 2016-17, se está desarrollando en España la Small World Initiative (SWI; http://www.smallworldinitiative.org). Se trata de un programa de “ciencia ciudadana” diseñado para motivar a estudiantes jóvenes hacia la elección de una formación académica en Ciencias Experimentales, implicándoles en un proyecto de investigación real. En este caso, se reproduce la búsqueda de bioactividades en microorganismos de muestras de suelo, una estrategia que dio lugar en la segunda mitad del s. XX a la inmensa mayoría de los antibióticos hoy disponibles en el mercado. Si bien las multinacionales farmacéuticas abandonaron masivamente esa línea alegando que la mina de la diversidad química de los microorganismos del suelo se había agotado, la colaboración de cientos de estudiantes en distintas localizaciones geográficas multiplica la capacidad de análisis, y, por tanto, aumenta la probabilidad de descubrimiento. Mediante el uso de técnicas pedagógicas de aprendizaje activo, SWI pretende crear espíritu científico involucrando a estudiantes de todo el mundo de forma coordinada en el trabajo de campo e investigación en el laboratorio sobre muestras de suelo en busca de nuevos antibióticos. El proyecto surge en 2012 en la Universidad de Yale (Estados Unidos) y en 2015 un profesor de la facultad de Farmacia de la UCM viaja a dicha Universidad para traer el proyecto a Madrid. En esta comunidad se adapta a la necesidad de la divulgación en centros de secundaria y, en el curso 2016-17, comienza la experiencia: los profesores de las facultades de Farmacia, Biológicas y Veterinaria –UCM- (SWIPIs) embarcan en el proyecto a alumnos de grado y máster (SWITAs) que, después de unas jornadas de aprendizaje, se distribuirán por los centros educativos para monitorizar a los alumnos de secundaria (Investigadores SWI). Por último, los alumnos difunden el proyecto en la comunidad educativa, a sus familias, amigos…
La experiencia en los centros consta de 4-5 sesiones en las que se trabaja sobre muestras recogidas por los alumnos, se cultivan las colonias bacterianas y se enfrentan a bacterias no patógenas (pero similares biológicamente a las bacterias multirresistentes) con el fin de detectar posibles fenómenos de antibiosis. https://www.ucm.es/small-world-initiative/actividades
Otra causa es la práctica habitual de dar antibióticos a los animales. La Unión Europea prohibió en 2002 la adición de cualquier tipo de antibiótico en el pienso de los animales como medida ordinaria. El problema es que el antibiótico pasa a almacenarse en la carne animal que después consumimos y actúa como si nos medicáramos. Sin embargo, según un informe de la Agencia Europea del Medicamento, España es el país de la Unión Europea donde más antibióticos se usan en la cría de ganado.
Por otro lado, la globalización no ayuda en este problema: la gran granja de pollos de Estados Unidos es China, donde se medica a estas aves sin ningún control para prevenir enfermedades derivadas del hacinamiento en que viven y mejorar su productividad. Y lo mismo ocurre en otros países con el ganado vacuno y porcino. El resultado es que, a pesar de las prohibiciones, se siguen encontrando antibióticos en carnes consumidas en occidente.
Algunos expertos aseguran, sin embargo, que ni siquiera controlando los factores anteriores conseguiremos frenar a las superbacterias, ya que se han extendido a la naturaleza y han llegado a los animales salvajes. Esta teoría tiene su base en el hecho de que el uso de antibióticos en piensos ha sido indiscriminado y buena parte del aditivo va al suelo, desde donde se filtra con los lavados a los acuíferos, transportándolo a lagos y ríos donde beben animales y personas haciendo así más difícil el control. Además, también se sabe que en el medio urbano las depuradoras de aguas residuales solo son capaces de eliminar el 70% de los antibióticos vertidos.
Por último, está la falta de interés de la industria farmacéutica, que alega que si no se interviene en el origen del problema de poco servirá un nuevo producto al que las superbacterias se harán resistentes en poco tiempo. No están dispuestas a invertir millones de euros en un remedio que probablemente no rentabilizarán. Sobresalen dos datos: menos del 5% del capital invertido en I+D farmacéutico entre 2003 y 2013 se dirigió al descubrimiento de antimicrobianos y la mayor agencia de inversión en investigación en Biomedicina a nivel mundial, el NIH (National Institutes of Health, EEUU), dedicó solamente un 1,2% de sus subvenciones a investigaciones en este campo entre 2009 y 2014.
Podemos resumir que:
Las prácticas que tuvieron lugar durante décadas son hoy las causantes de la extensión de los antibióticos por el medio ambiente de forma masiva, de modo que progresivamente un creciente número de seres nos hemos vuelto en vectores infecciosos de superbacterias resistentes a los antibióticos.Si no se descubren nuevas estrategias antibióticas, la mortalidad anual por bacterias multirresistentes se elevaría a 10 millones globalmente, un cifra que supera las estimaciones para la suma de la mortalidad por el cáncer y la diabetes juntas.
¿Cómo podemos educar en el correcto uso de los antibióticos?
Necesitamos la concienciación del problema en todos los niveles sociales: desde el personal sanitario especializado hasta la gente en la calle. Sin una cultura científica sobre el problema y sus implicaciones en la sociedad, seguiremos sin cumplir con el uso racional de estos valiosos fármacos y, por tanto, alimentando el problema.En este sentido, el trabajo desde los centros educativos es esencial: los alumnos deben conocer desde pequeños el rigor en el uso de los antibióticos e interiorizar el problema de las resistencias y su difusión global.
En relación al trabajo con los centros educativos y desde el curso 2016-17, se está desarrollando en España la Small World Initiative (SWI; http://www.smallworldinitiative.org). Se trata de un programa de “ciencia ciudadana” diseñado para motivar a estudiantes jóvenes hacia la elección de una formación académica en Ciencias Experimentales, implicándoles en un proyecto de investigación real. En este caso, se reproduce la búsqueda de bioactividades en microorganismos de muestras de suelo, una estrategia que dio lugar en la segunda mitad del s. XX a la inmensa mayoría de los antibióticos hoy disponibles en el mercado. Si bien las multinacionales farmacéuticas abandonaron masivamente esa línea alegando que la mina de la diversidad química de los microorganismos del suelo se había agotado, la colaboración de cientos de estudiantes en distintas localizaciones geográficas multiplica la capacidad de análisis, y, por tanto, aumenta la probabilidad de descubrimiento. Mediante el uso de técnicas pedagógicas de aprendizaje activo, SWI pretende crear espíritu científico involucrando a estudiantes de todo el mundo de forma coordinada en el trabajo de campo e investigación en el laboratorio sobre muestras de suelo en busca de nuevos antibióticos. El proyecto surge en 2012 en la Universidad de Yale (Estados Unidos) y en 2015 un profesor de la facultad de Farmacia de la UCM viaja a dicha Universidad para traer el proyecto a Madrid. En esta comunidad se adapta a la necesidad de la divulgación en centros de secundaria y, en el curso 2016-17, comienza la experiencia: los profesores de las facultades de Farmacia, Biológicas y Veterinaria –UCM- (SWIPIs) embarcan en el proyecto a alumnos de grado y máster (SWITAs) que, después de unas jornadas de aprendizaje, se distribuirán por los centros educativos para monitorizar a los alumnos de secundaria (Investigadores SWI). Por último, los alumnos difunden el proyecto en la comunidad educativa, a sus familias, amigos…
La experiencia en los centros consta de 4-5 sesiones en las que se trabaja sobre muestras recogidas por los alumnos, se cultivan las colonias bacterianas y se enfrentan a bacterias no patógenas (pero similares biológicamente a las bacterias multirresistentes) con el fin de detectar posibles fenómenos de antibiosis. https://www.ucm.es/small-world-initiative/actividades
Desde la Sociedad Española de Microbiología (Grupo Especializado en Docencia y Difusión) y con el apoyo de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y empresas privadas del sector farmacéutico y biotecnológico, hemos creado en 2017 la red SWI@Spain, con el objetivo de extender el proyecto a nivel nacional.
Expansión del proyecto SWI desde 2012 hasta 2016 y su implementación en diversos centros educativos en el entorno de la Comunidad de Madrid durante el curso 2016-17. |
Este proyecto es una de las posibles herramientas para llevar el tema de la resistencia bacteriana a las aulas y, en los próximos años, será esencial que el profesor dedique alguna sesión a este problema de alcance sanitario mundial.
http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs194/es/
-Blog de los participantes en el proyecto SWI España:
http://swispain.blogspot.com.es/
-Video TED ED sobre la diversidad bacteriana y la resistencia bacteriana
https://www.youtube.com/watch?v=3JnSS5AvUbM
Enlaces de interés
-Página de la Organización Mundial de la Salud, OMS, dedicada a la resistencia a los antimicrobianos:http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs194/es/
-Blog de los participantes en el proyecto SWI España:
http://swispain.blogspot.com.es/
-Video TED ED sobre la diversidad bacteriana y la resistencia bacteriana
https://www.youtube.com/watch?v=3JnSS5AvUbM
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